Verdaderamente, no tenía sed, pero decidí ir a
cazar de nuevo en la noche. Una pequeña pizca de prevención, inadecuada, pero
debía hacerlo.
Carlisle me acompañó; no habíamos estado solos
desde que volví de Denali. Mientras corríamos por el negro bosque, lo escuché
pensando sobre el precipitado adiós de la semana pasada.
En su memoria, vi cómo mis expectativas se habían
desmoronado convirtiéndose en una fiera desesperanza. Sentí su sorpresa y su
repentina preocupación.
“¿Edward?”
“Debo irme, Carlisle. Debo irme ahora.”
“¿Qué ha sucedido?”
“Nada. Aún. Pero pasará, si me quedo aquí.”
Me tomó del brazo. Sentí cómo herí sus sentimientos
cuando me escapé de su mano.
“No lo entiendo.”
“Alguna vez haz ...ha habido alguna vez en que...”
Me miré a mi mismo respirar profundo, vi la luz
salvaje en mis ojos a través del filtro de su profunda preocupación.
“¿Alguna vez, alguna persona ha olido mejor para
tí, que el resto? ¿Mucho mejor?”
“Oh.”
Cuando me dí cuenta que él había entendido, mi
rostro se cayó a pedazos de la pura vergüenza. Me alcanzó de nuevo para
tocarme, ignorando cuando traté de arrancarme de nuevo, y su mano izquierda se
posó en mi hombro.
“ Haz lo que tengas que hacer para resistir, hijo.
Te extrañaré mucho. Ten, toma mi auto. Es más rápido.”
Él se estaba preguntando ahora si estaba haciendo
lo correcto, dejando que me marchara. Preguntándose si acaso me había herido
con su falta de confianza en mí.
- No.- Susurré mientras corría. - Eso era lo que
necesitaba. Pude haber traicionado tan fácilmente esa confianza, si me hubieras
pedido que me quedara. -
- Siento mucho que estés sufriendo, Edward. Pero
debes hacer lo que puedas para mantener viva a la chica Swan. Incluso si eso
significa que debes dejarnos de nuevo. -
- Lo sé, lo sé. -
- ¿Por qué volviste? Tú sabes lo feliz que
soy teniéndote aquí, pero si esto es muy difícil... -
- No me gusta sentirme como un cobarde – Admití.
Nos retrasamos---estaba comenzando a oscurecerse.
-Mejor eso a ponerla en peligro. Ella se irá en un
año o dos. -
- Tienes razón, ya sé eso. - Por el contrario, sus
palabras sólo me hicieron sentir más ansioso de quedarme. Ella ya no estaría
aquí en un año o dos...
Carlisle paró de correr y yo me detuve con él; se
volteó para examinar mi expresión.
Pero no irás a escapar, ¿verdad?
Moví mi cabeza de un lado a otro.
¿Es orgullo, Edward? No hay nada vergonzoso en---
- No, no es orgullo lo que me mantiene aquí. No
ahora.
¿No tienes a dónde ir?
Solté una carcajada corta. - No. Eso no me
detendría, si yo quisiera irme.
- Nosotros iremos contigo, por supuesto, si eso es
lo que necesitas. Sólo tienes que pedirlo. Tú has seguido adelante sin quejarte
de nosotros. Nadie se enojará contigo.
Levanté una ceja.
Él se rió. - Sí, puede que Rosalie se enoje, pero
ella te lo debe. De todas formas, es mucho mejor para todos que nos vayamos
ahora, sin hacer daño alguno, que irnos después, luego de que una vida haya
llegado a su fin. - Todo el humor se desvaneció.
Me estremecí a sus palabras.
- Sí. - Asentí. Mi voz sonó ronca.
¿Pero no te irás?
Suspiré. - Debería.-
- ¿Qué te detiene aquí, Edward? No logro ver... -
- No sé si pueda explicarlo. - Incluso para mí
mismo, no tenía ningún sentido.
Él midió mi expresión por un largo momento.
No, no logro verlo. Pero respetaré tu privacidad,
si así lo prefieres.
- Gracias. Es muy generoso de tu parte, teniendo en
cuenta que yo no le doy privacidad a nadie. - Con una excepción. Y estaba
haciendo todo lo posible para privarla de eso, ¿verdad?
Todos tenemos nuestros caprichos. Se rió de nuevo. ¿Nos
vamos?
Justo en ese momento el había captado la esencia de
una pequeña manada de ciervos.
Era difícil mostrar mucho entusiasmo, incluso bajo
las mejores circunstancias, por un aroma que apenas abría el apetito. En estos
momentos, con la memoria de la sangre de esa chica, fresca en mi mente, el olor
revolvió mi estómago.
Suspiré. - Vamos – Asentí, incluso sabiendo que
forzando más sangre bajar por mi garganta iba a ayudar muy poco.
Ambos cambiamos a una posición de ataque y dejamos
que la poca apetente esencia nos guiara silenciosamente hacia adelante.
Estaba más helado cuando regresamos a casa. La
nieve derretida se había vuelto a congelar; era como si una delgada capa de
vidrio lo cubriera todo---cada rama de los pinos, cada hoja de helecho, cada
lámina de hierba estaba cubierta de hielo.
Cuando Carlisle fue a vestirse para su próximo
turno en el hospital, me quedé junto al río, esperando a que saliera el sol. Me
sentí casi hinchado por la cantidad de sangre que había consumido, pero sabía
que la actual carencia de sed significaría muy poco cuando me sentara al lado
de la chica otra vez.
Helado y sin expresión como una roca, me senté,
mirando la negra agua correr al lado de la congelada orilla, mirando fijamente
a través de ella.
Carlisle tenía razón. Yo debería irme de Forks.
Ellos inventarían una historia para explicar mi ausencia. Que me cambié de
instituto a Europa. O fui a visitar a unos parientes.
Rebeldía adolescente. La historia no importaba. A
nadie le importaría mucho.
Era sólo por un año o dos, y la chica ya no
estaría. Se habría ido y hubiera continuado con su vida---ella tendría una
vida con la cual seguir. Iría a la Universidad en algún lugar, envejecería,
comenzaría una carrera, quizá se casaría con alguien. Podía imaginar
eso---podía verla vestida toda de blanco y caminando con paso cuidadoso, su
brazo enlazado con el de su padre.
Era incómodo, el dolor que esa imagen me causó. No
lo podía entender. ¿Acaso estaba celoso, porque ella tenía un futuro que yo
nunca podría tener? Eso no tenía sentido. Cada uno de los humanos a mi alrededor
tenían esa misma oportunidad---una vida---y yo raramente me detuve a
envidiarlos.
Debería permitirle tener su futuro. Parar de
arriesgar su vida. Eso era lo correcto.
Carlisle siempre elegía el camino correcto. Debería
escucharlo.
El sol apareció entre las nubes, y la débil luz
hizo brillar todo el césped congelado.
Un día más, decidí. Sólo la vería una vez más.
Podía soportar eso. Quizá mencionaría mi pendiente ausencia, construir la
historia.
Esto iba a ser difícil; podía sentir eso en el
fuerte desgano que me causaba sólo el pensar en las excusas para
quedarme---para extender el límite a dos días, tres, cuatro... Pero yo haría lo
correcto. Sabía que podía confiar en el consejo de Carlisle. Y también sabía
que estaba demasiado confundido para tomar esta decisión sólo por mi cuenta.
Demasiado confundido. ¿Cuánto de este desgano
provenía de mi obsesiva curiosidad, y cuánto provenía de mi insatisfecho
apetito?
Entre a la casa para cambiarme de ropa para ir al
instituto.
Alice me estaba esperando, sentada en el último
escalón a la orilla del tercer piso.
Te vas de nuevo, me acusó.
Suspiré y moví la cabeza.
No puedo ver a dónde vas esta vez.
- Aún no sé a dónde voy. - Susurré.
Quiero que te quedes.
Negué con la cabeza.
Tal vez Jazz y yo podríamos ir contigo ...?
- Son más necesarios aquí, si yo no estoy para
protegerlos. Y piensa en Esme. ¿Le quitarás la mitad de su familia en un abrir
y cerrar de ojos?.-
La vas a poner muy triste.
- Lo sé. Es por eso que ustedes deben quedarse.-
No es lo mismo si tu no estás aquí, y tu lo sabes.
- Sí. Pero debo hacer lo que es correcto.-
Hay muchas maneras correctas, y muchas incorrectas,
¿o no?
Por un breve momento ella se introdujo dentro de
una de sus extrañas visiones;
observé a lo largo de las imágenes poco definidas
que parpadeaban rápidamente. Me ví a mi mismo mezclado con extrañas sombras que
no podía entender---nubladas, imprecisas formas.
Y de pronto, repentinamente, mi piel estaba
destellando en la brillante luz del sol en una pequeña pradera abierta. Este
era un lugar que conocía. Había una figura en la pradera conmigo, pero, otra
vez, era poco definida, no podía reconocerla. Las imágenes temblaron y
desaparecieron como un millón de pequeños cambios en mi futuro de nuevo.
- No entendí mucho de eso, - le dije cuando la
visión se puso oscura.
Yo tampoco. Tu futuro está cambiando tanto que no
puedo llevarle el ritmo.
Creo, que...
Se detuvo, y me llevó por una extensa colección de
sus otras recientes visiones. Todas eran iguales---borrosas y vagas.
- Creo que algo está cambiando. - me dijo en
voz alta. - Tu vida parece estar en una encrucijada.-
Mi risa fue severa. - ¿Te das cuenta que estás
sonando como un gitano farsante en un carnaval, verdad?-
Me sacó su pequeña lengua.
- Hoy está todo bien, ¿o no? - pregunté, mi voz sonó
abruptamente aprehensiva.
- Hoy no te veo matando a nadie. - me aseguró.
- Gracias, Alice.-
- Ve a vestirte. Yo no diré nada---te dejaré
decirle a los demás cuando estés listo.-
Se puso de pie y bajó las escaleras, sus hombros se
encogieron levemente.
Te extrañaré, de verdad.
Sí, yo también la extrañaré mucho.
El camino al instituto estuvo muy tranquilo. Jasper
sabía que Alice estaba molesta con algo, pero él sabía que si ella quería
hablar acerca de aquello ya lo hubiera hecho. Emmett y Rosalie estaban
completamente ajenos a lo que estaba sucediendo, teniendo otro de sus momentos,
mirando dentro de los ojos del otro con curiosidad---era molesto mirarlos desde
fuera. Todos sabíamos cuán desesperadamente enamorados estaban. O tal vez me
estaba volviendo amargado porque era el único que estaba sólo. Algunos días era
más difíciles que otros vivir con tres perfectamente correspondidos amantes.
Este era uno de esos días.
Quizás ellos serían más felices sin mí merodeando
por ahí, con mi mal temperamento y comportándome como el viejo que debería ser
a estas alturas.
Por supuesto, lo primero que hice al llegar al
instituto fue buscarla a ella. Sólo para prepararme.
Correcto.
Era vergonzoso cómo mi mundo de repente parecía
estar vacío de todo, menos de ella---toda mi existencia centrada a su
alrededor, más que en el mío.
Era lo suficientemente fácil entender, realmente;
después de ochenta años de lo mismo todos los días y todas las noches,
cualquier cambio se volvía un punto de absorción.
Ella aún no llegaba, pero podía oír los
ensordecedores ruidos del motor de la camioneta a la distancia. Me apoyé en un
lado del auto a esperar. Alice se quedó conmigo, mientras los demás se fueron
directo a clases. Estaban aburridos por mi fijación---era incomprensible para
ellos cómo un humano podía mantenerme interesado por tanto tiempo, sin importar
cuán bien olía.
La chica condujo lentamente hasta entrar en mi
vista, sus ojos intensamente centrados en la carretera y sus manos firmemente
apretadas al volante. Parecía ansiosa por algo. Me tomó un segundo darme cuenta
de qué se trataba, dado que todos traían la misma cara el día de hoy. Ah, la
carretera estaba cubierta de hielo, y todos estaban tratando de conducir con
más cuidado. Podía ver que ella se taba tomando este nuevo riesgo muy
seriamente.
Eso parecía estar en la lista de lo poco que había
aprendido sobre su personalidad. Lo agregué a mi pequeña lista: era una persona
seria, una persona responsable.
Estacionó no muy lejos de mí, pero no había notado
que estaba parado aquí, mirándola.
Me pregunto ¿qué haría ella cuando me viera?
¿Ruborizarse y alejarse de mí?
Esa fue mi primera teoría. Pero tal vez me miraría
también. Quizá se acercaría a hablarme.
Respiré profundamente, llenando mis pulmones
esperanzado, sólo por si acaso.
Ella salió de su camioneta con cuidado, probando el
resbaladizo piso antes de poner todo su peso en él. No miró hacia arriba, y eso
me frustró mucho. A lo mejor yo podría ir a hablarle...
No, eso no estaría bien.
En vez de girar hacia el instituto, caminó alrededor
de su camioneta, afirmándose en todo momento de ésta para no caerse, sin
confiar en sus pasos. Me hizo sonreír, y sentí los ojos de Alice en mi rostro.
No escuché nada de lo ésta pudo haber estado pensando---me estaba divirtiendo
mucho mirando a la chica revisar sus cadenas para la nieve en los neumáticos.
Ella de verdad pensaba que podía caerse, por la forma en que sus pasos se movían.
Nadie más tenía problemas--- ¿acaso había estacionado en la peor parte?
Se detuvo allí, mirando abajo con una extraña
expresión en su rostro. ¿Era...ternura?
¿Como si algo en las cadenas la...emocionara?
De nuevo, la curiosidad quemó como la sed. Era como
si tuviera que saber qué estaba pensando---como si nada más importara.
Iría a hablar con ella. De todas formas, parecía
como si necesitara una mano, al menos hasta que saliera del peligroso
pavimento. Por supuesto, no podía ofrecerlo eso, ¿o si? Vacilé, atormentado. Si
no le gustaba la nieve, mucho menos iba a agradecer si la tocaba con mis manos
congeladas. Debí haberme puesto guantes---
- ¡NO! - Alice jadeó muy fuerte.
Al instante, escaneé sus pensamientos, pensando al
principio que yo había tomado una mala decisión y ella me había visto hacer
algo horrible. Pero no tenía que ver nada conmigo. Tyler Crowley había decidido
tomar la curva hacia el aparcamiento a una imprudente velocidad. Esta decisión
lo llevaría a patinar a través de un parche de hielo...
La visión vino sólo medio segundo antes que la
realidad. La furgoneta de Tyler tomó la curva como si aún estuviera viendo la
conclusión que había sacado ese jadeo en Alice.
No, esta visión no tenía nada que ver conmigo, pero
aún así, tenía que ver todo conmigo, porque la furgoneta de Tyler---las
cadenas ahora golpeaban el hielo en el peor ángulo posible---iba a dar vueltas
a través del aparcamiento y atropellar a la chica quien se había convertido en
la inevitable razón de todo mi mundo.
Incluso sin la visión de Alice hubiera sido simple
adivinar la trayectoria del vehículo, volando fuera del control de Tyler.
La chica, parada exactamente en el lugar
equivocado, en la parte trasera de su camioneta, miró a la frente,
desconcertada por el sonido de los neumáticos a través del suelo.
Miró directamente a mi expresión de horror, y luego
volteó para mirar su muerte aproximándose.
¡Ella no! Las palabras dispararon en mi cabeza
como si pertenecieran a alguien más.
Aún mirando los pensamientos de Alice, vi que la
visión repentinamente cambió, pero no tenía tiempo para ver en qué terminaba
todo.
Me lancé a través del aparcamiento, introduciéndome
entre la furgoneta y la atónita chica. Me moví tan rápido que todo era un
borrón por el objeto de mi foco. Ella no me vió---ningún ojo humano podría
haber seguido mi trayectoria---aún miraba a la increíble forma que estaba a
punto de aplastar su cuerpo contra la carrocería de metal de su camioneta.
La tomé por la cintura, moviéndome con demasiada
urgencia para ser tan gentil como ella hubiese querido que lo fuera. En la
centésima de segundo que me tomó sacar su liviana figura fuera del camino de la
muerte y el tiempo en que choqué contra el suelo con ella en mis brazos, ya
estaba vívidamente enterado de su frágil y rompible cuerpo.
Cuando escuché su cabeza chocar contra el hielo,
sentí como si yo también me congelara.
Pero ni siquiera tuve un segundo completo para
asistir su condición. Escuché la furgoneta detrás de nosotros, chirriando
mientras daba una vuelta alrededor del robusto cuerpo de acero de su camioneta.
Estaba cambiando su curso, formando arcos, viniendo por ella otra vez---como si
ella fuera un imán, atrayéndolo hacia nosotros.
Una palabra que nunca hubiera dicho en frente de
una dama, se escapó entre mis dientes.
Ya había hecho mucho. Cuando casi volé a través del
aire para sacarla del camino, estaba absolutamente consciente del error que
estaba cometiendo. El saber que era un error no me detuvo, pero no era
totalmente ignorante sobre el riesgo que estaba tomando--- tomando, no sólo por
mí, sino para toda mi familia.
Exposición.
Y esto ciertamente no iba a ayudar, pero de
ninguna forma iba a permitir que la furgoneta lograra quitarle la vida en este
segundo intento.
La dejé caer y lancé mis manos hacia afuera,
deteniendo la furgoneta antes de que pudiera tocar a la chica. La fuerza me
empujó hacia atrás dentro del lugar de estacionamiento al lado de su camioneta,
y pude sentir su carrocería doblarse detrás de mis hombros. La furgoneta chocó
contra el irrompible obstáculo de mis brazos, se volcó, y luego se balanceó inestablemente
en sus dos neumáticos derechos.
Si movía mi mano, la parte tracera de la furgoneta
iba a caer en sus piernas.
Oh, por el amor de todo lo sagrado,
¿acaso la catástrofe no terminaría nunca? ¿Existía algo más que pudiera ir mal?
Difícilmente me podía sentar aquí, sosteniendo la furgoneta en el aire,
esperando algún rescate. Ni podía lanzarla lejos---debía considerar al
conductor, sus pensamientos eran incoherentes con el pánico.
Con un gruñido interno, empujé la furgoneta para
que oscilara lejos de nosotros por un instante. Cuando caía sobre mi, la sujeté
por debajo de la carrocería con mi mano derecha mientras enroscaba mi brazo
izquierdo en la cintura de la chica de nuevo y la arrojaba fuera de debajo de
la furgoneta, apretándola fuertemente hacia mi costado. Su cuerpo se movió mientras
la balanceaba alrededor para que sus piernas quedaran libres de ningún
peligro---¿estaba consciente? ¿Cuánto daño le había causado en mi improvisado
intento de rescate?
Dejé caer la furgoneta, ahora que no podía hacerle
daño a ella. Chocó contra el pavimento y todas las ventanas se rompieron al
unísono.
Sabía que estaba en medio de una crisis. ¿Cuánto
había visto ella?¿Habían otros testigos que me vieron materializarme a su lado
y luego detener la furgoneta mientras trataba de mantenerla fuera del alcance
de la chica? Estas preguntas deberían ser mi mayor preocupación.
Pero estaba demasiado ansioso para realmente
preocuparme sobre la amenaza de exponernos como debería. Demasiado asustado de
que podía haberla herido en mi esfuerzo por protegerla. Demasiado asustado de
tenerla tan cerca de mí, sabiendo cómo olería si me permitía inhalar. Demasiado
consciente del calor de su suave cuerpo, presionado contra el mío---incluso a
través de ambos obstáculos de nuestras chaquetas, podía sentir ese calor...
El primer miedo fue el mayor. Mientras los gritos
de los testigos hacían erupción alrededor nuestro, la bajé para examinar su
rostro, para ver si estaba consciente---esperando fieramente que no estuviera
sangrando por alguna herida.
Sus ojos estaban abiertos, mirando en estado de
shock.
- ¿Bella? - pregunté desesperado. - ¿Cómo estás? -
- Estoy bien.- Dijo las palabras automáticamente en
una deslumbrada voz.
Alivio, tan exquisito que casi dolió, recorrió mi
cuerpo al sonido de su voz. Respiré por entre mis dientes, y no me importó el
acompañamiento ardiente en mi garganta. Casi lo agradecía.
Ella trato de ponerse de pie, pero yo no estaba
listo para soltarla. Se sentía de alguna manera...¿seguro? Mejor, al menos, al
tenerla a mi lado.
- Ve con cuidado.- Le advertí. - Creo que te has
dado un buen porrazo en la cabeza.-
No había en ningún lado olor a sangre fresca---un
milagro---pero esto no descartaba algún daño interno. Estaba abruptamente
ansioso de llevarla con Carlisle y a un completo equipamiento de radiología.
- ¡Ay!.- dejo, su tono cómicamente se sorprendió al
darse cuenta que tenía razón sobre su cabeza.
- Tal y como pensaba....- El alivio me alegró, me
puso casi vertiginoso.
- ¿Cómo demo...?.- Su voz se apagó, y sus párpados
revolotearon. - ¿Cómo llegaste aquí tan rápido?.-
El alivio se tornó amargo, y el humor se
desvaneció. Ella sí había notado demasiado.
Ahora que estaba seguro de que la chica estaba en
perfectas condiciones, la ansiedad
por mi familia se volvió severa.
- Estaba a tu lado, Bella.- Sabía por mi
experiencia que si era muy convincente al mentir, cualquiera que preguntara
estaría cada vez menos seguro de la verdad.
Se sacudió de nuevo, y esta vez la solté.
Necesitaba respirar para actuar mi papel correctamente. Necesitaba espacio
entre su calor sanguíneo y yo, lo más lejos posible en el pequeño espacio entre
los maltratados vehículos.
Ella me miró, y yo a ella. El mirar a otro lado
primero que ella, fue un error que sólo un mentiroso incompetente hubiera
cometido, y yo no era un mentiroso incompetente. Mi expresión era lisa,
benigna... Parecía confundirla. Eso era bueno.
El escenario del accidente ahora estaba rodeado.
Mayormente por estudiantes, niños, mirando fijamente y empujándose a través de
los restos para ver si había algún cuerpo destrozado. Había un balbuceo de
gritos y chorro de pensamientos en shock. Escaneé los pensamientos una vez que
estaba seguro que no había alguna sospecha, y luego los dejé de escuchar
concentrándome sólo en la chica.
Estaba distraída por la que se armó. Miró
alrededor, su expresión todavía estaba atontada, y trató de ponerse de pie.
Puse mi mano suavemente en su hombro para
mantenerla donde estaba.
- Quédate ahí por ahora.- Ella parecía estar
bien, ¿pero debería estar moviendo su cuello? De nuevo, deseé estar con
Carlisle. Mis años de estudios médicos teóricos no se comparaban con sus siglos
de práctica.
- Pero hace frío.- Objetó.
Había estado casi al borde de morir aplastada, dos
veces, casi quedó lisiada una vez, y a ella lo que le preocupaba era el frío.
Me reí entre dientes antes de recordar que la situación no era para nada
graciosa. Bella parpadeó, y luego sus ojos se enfocaron en mi rostro.
- Estabas allí, lejos – Eso me puso serio otra vez.
Ella miró hacia el sur, pero no había nada que
mirar ahí ahora, sólo el arrugado costado
de la furgoneta. - Te encontrabas al lado de tu
coche.-
- No, no es cierto.-
- Te ví. - Insistió; su voz sonaba muy infantil
cuando se ponía obstinada. Su barbilla sobresalió un poco.
- Bella, estaba contigo, a tu lado, y te quité de
en medio.-
Miré profundamente a sus ojos abiertos de par en
par, tratando de que ella aceptara mi versión---la única versión racional en la
mesa.
Su mandíbula se tensó. - No.-
Traté de mantenerme calmado, sin entrar en pánico.
Si sólo la pudiera mantener callada sólo por unos momentos, para darme una
oportunidad de destruir la evidencia...e invalidar su historia con la excusa de
su golpe en la cabeza.
¿No debería ser fácil mantener a esta silenciosa,
reservada chica, callada? Si solo ella confiara en mí, sólo por un momento...
- Por favor, Bella – Le dije, y mi voz sonó muy
intensa, porque de pronto quería que ella confiara en mí. Lo quería de
verdad, y no solo por respeto, después del accidente. Un estúpido deseo. ¿Qué
sentido tenía el que ella confiara en mí?
- ¿Por qué?- preguntó, todavía a la defensiva.
- Confía en mi.- le rogué.
- ¿Prometes explicármelo todo después? -
Me enojó mucho tener que mentirle otra vez, cuando
deseaba por todos los medios poder merecerme su confianza. Así que, cuando le
respondí, fue una réplica.
- Muy bien.-
- Muy bien.- repitió en el mismo tono de
recriminación.
Cuando el rescate comenzó a acercarse a
nosotros---llegaron adultos, autoridades, sirenas en la distancia---traté de ignorarla y poner
mis prioridades en orden. Busqué en todas las mentes en el aparcamiento, los
testigos y los que venían llegando tarde, pero no encontré nada peligroso.
Muchos estaban sorprendidos de verme aquí al lado de Bella, pero todos concluían---como
si no hubiera otra posible conclusión---que sólo no habían notado que estaba junto
a ella antes del accidente.
Ella era la única que no aceptaba tan fácilmente
esa explicación, pero consideraría al menos a los confiables testigos. Ella
estaba asustada, traumatizada, sin mencionar el fuerte golpe en su cabeza.
Posiblemente en shock. Sería aceptable para su historia que estuviera confundida,
¿cierto? Nadie le daría mucha importancia en contra de muchos otros espectadores...
Hice una mueca de dolor cuando escuché los
pensamientos de Rosalie, Jasper y Emmett, justamente llegando a la escena.
Ellos me harían pagar un infierno por esto, esta noche.
Quería borrar la marca que hicieron mis hombros
contra el oscuro auto, pero la chica estaba muy cerca. Tendría que esperar
hasta que se distrajera.
Era frustrante esperar---con tantos ojos encima de
mi---mientras los humanos luchaban con la furgoneta, tratando de empujarla
lejos de nosotros. Los hubiera ayudado, solo para apurar el proceso, pero ya
estaba en suficientes problemas y la chica me sostenía la mirada.
Finalmente, pudieron rotarla lo suficientemente
lejos para que los EMTs (sigla de Emergency Medical Technician / Técnicos
Médicos de Emergencia) llegaran a nosotros con sus camillas.
Una familiar, tristona cara me examinó.
- Hola, Edward – Brett
Warner me saludó. Él era un enfermero registrado, y lo conocía bien, del hospital donde
trabaja Carlisle. Fue un golpe de suerte---el único en el día de hoy--- que él
fuera el primero en llegar hasta nosotros. En sus pensamientos, no había nada
que no fuera alerta y calma. - ¿Estás bien, chico? -
- Perfectamente, Brett. Nada me tocó. Pero me temo
que Bella podría tener una contusión. Se pegó muy fuerte en la cabeza cuando la
quité del camino... -
Brett puso su atención en la chica, quien me lanzó
una fiera mirada de traición. Oh, era cierto. Ella sí era el mártir
silencioso---prefería sufrir en silencio.
No contradijo mi historia inmediatamente, y esto me
hizo sentir más tranquilo.
El próximo EMT trató de insistir que les permitiera
examinarme, pero no era demasiado difícil persuadirlo. Prometí que dejaría que
mi padre me examinara, y él se rindió.
Como la mayoría de los humanos, hablando con
tranquila seguridad, era todo lo que se necesitaba. La mayoría, pero no esta
chica, por supuesto. ¿Acaso encajaba en alguno de los patrones normales?
Mientras le ponían un collarín---y su rostro se
enrojeció de la vergüenza---aproveché el momento de distracción para arreglar,
sigilosamente, la forma de la abolladura en el auto con la parte trasera de mi
pie. Sólo mis hermanos notaron lo que estaba haciendo, y escuché la promesa
mental de Emmett de arreglar cualquier cosa que se me pasara por alto.
Agradecido por su ayuda---y más agradecido aún de
que Emmett, al fin, haya perdonado mi peligrosa elección---ahora estaba más
relajado mientras subía al asiento delantero de la ambulancia, al lado de
Brett.
El jefe de policía llegó antes de que metieran a
Bella dentro de la parte trasera de la ambulancia.
Los pensamientos del padre de Bella eran palabras
del pasado, el pánico y preocupación emanando de la mente del hombre ahogaban a
cualquier otro pensamiento en el lugar. Muda ansiedad y culpa, una gran
inflación de ellos, salieron de él como si sólo pudiera ver a su única hija en
el lugar.
Emanaron de él y a través de mi, haciendo eco,
creciendo más fuertes. Cuando Alice me había advertido que matando a la hija de
Charlie Swan lo mataría a él también, ella no estaba exagerando.
Mi cabeza se arqueó con esa culpa mientras
escuchaba su voz en pánico.
- ¡Bella! - gritó.
- Estoy perfectamente, Char---papá. - Suspiró. - No
me pasa nada. -
Su seguridad apenas calmó su pavor. Se volteó
inmediatamente al EMT más cercano y demandó más información.
No fue hasta que lo escuché hablar, formando
oraciones perfectamente coherentes desafiando su pánico, que me di cuenta que
su ansiedad y preocupación no eran mudas. Yo solo...no podía escuchar
sus palabras exactas.
Hmm. Charlie Swan no era tan silencioso como su
hija, pero podía ver ahora de dónde lo había heredado ella. Interesante.
Yo nunca había pasado mucho tiempo alrededor del
Jefe de Policía de la ciudad.
Siempre lo tomé por un hombre de pensamientos
lentos---ahora me doy cuenta que yo era el lento. Sus pensamientos eran
parcialmente encubiertos, no ausentes. Sólo podía sacar el tenor, el tono de
ellos...
Quería escuchar con mayor esfuerzo, para ver si
podía encontrar en este nuevo, menor rompecabezas la llave para los secretos de
la chica. Pero Bella fue cargada dentro de la ambulancia para ese entonces, y
la ambulancia ya estaba en camino.
Era difícil alejarme de esta posible solución al misterio
que me ha obsesionado. Pero tenía que pensar ahora---mirar qué había hecho hoy
día desde todos los ángulos. Tenía que escuchar, para asegurarme de que no nos
había puesto en demasiado peligro en que tuviéramos que irnos inmediatamente.
Tenía que concentrarme.
No había nada en los pensamientos de los EMTs que
me preocuparan. Lo más que podían decir, era que la chica no tenía nada serio.
Y Bella se estaba apegando a la historia que le había dado, hasta ahora.
La primera prioridad, cuando llegáramos al
hospital, era ver a Carlisle. Me apuré a través de las puertas automáticas,
pero era incapaz de renunciar totalmente de cuidar a Bella; mantuve un ojo en
ella a través de los pensamientos de los paramédicos.
Fue fácil encontrar la familiar mente de mi padre.
Él estaba en su pequeña oficina, totalmente solo---el segundo golpe de suerte
en este maldito día.
- Carlisle.-
Escuchó mi aproximación, y quedó alarmado al
momento en que vió mi rostro. De un salto se puso de pie, su piel palideciendo
al blanco de un hueso. Se inclinó hacia adelante a través del, cuidadosamente
organizado, escritorio.
Edward---tu no---
- No, no, no es eso. -
Respiró profundo. Por supuesto que no. Siento
mucho haber considerado el pensamiento. Tu ojos, por supuesto, debí
haberlo sabido... Él notó con alivio que mis ojos aún eran dorados.
- De todas maneras, ella está herida, Carlisle,
probablemente nada serio, pero... -
- ¿Qué fue lo que ocurrió? -
- Un estúpido accidente automovilístico. Ella
estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero no podía sólo
quedarme ahí---dejar que la aplastara... -
Comienza de nuevo, no estoy entendiendo. ¿Cómo
estuviste tú involucrado en todo esto?
- Una furgoneta patinó sobre el hielo, - susurré.
Miré a la muralla detrás de él mientras hablaba. En vez de una multitud de
diplomas enmarcados, él tenía una simple pintura al
óleo---una de sus favoritas, un aún no descubierto
Hassam. - Ella estaba en el camino. Alice lo vió venir, pero no había tiempo de
hacer nada más que realmente correr a través del aparcamiento quitarla
de en medio. Nadie lo notó...excepto ella. Tenía que detener la furgoneta,
también, pero otra vez, nadie vió eso...excepto ella. Yo...lo siento mucho
Carlisle.
No quise ponernos a todos en peligro.-
Rodeó el escritorio y puso su mano en mi hombro.
Hiciste lo correcto. Y no debió ser fácil para tí.
Estoy orgulloso de tí, Edward.
Ahora podía mirarlo a los ojos. - Ella sabe que hay
algo...raro conmigo.-
- Eso no importa. Si nos tenemos que ir, nos
iremos. ¿Qué ha dicho ella?-
Moví mi cabeza, un poco frustrado. - Nada aún.-
¿Aún?
- Ella estuvo de acuerdo con mi versión de los
hechos---pero está esperando una explicación.-
Él frunció el ceño, considerando esto.
- Se golpeó la cabeza---bueno, en realidad yo le
golpeé la cabeza,- continué rápidamente. - La golpeé contra el piso bastante
fuerte. Ella parece estar bien, pero... No creo que cueste mucho desacreditar
su historia.-
Me sentí un delincuente al decir esas palabras.
Carlisle oyó el hastío en mi voz. Quizá eso no
será necesario. Veamos qué pasa,
¿vamos? Suena como que tengo un paciente que
atender.
- Por favor.- le dije. - Estoy tan preocupado de
que la haya herido. -
La expresión de Carlisle se aclaró. Sacudió su
rubio cabello---sólo unos tonos más
claros que ojos dorados---y se rió.
Ha sido un día interesante para ti, ¿verdad? En su mente, podía
ver la ironía, y era gracioso, al menos para él. Como si los roles se hubieran
invertido. En algún lugar durante ese corto silencioso segundo cuando me lancé
a través del congelado pavimento, me había transformado de asesino a protector.
Me reí con él, recordando la seguridad que tenía de
que Bella jamás necesitaría protección de nada más que de mí. Había un límite
para mi risa porque, con furgoneta o sin furgoneta, eso era totalmente verdad.
Esperé solo en la oficina de Carlisle---una de las
horas más largas que había vivido--- escuchando el hospital lleno de
pensamientos.
Tyler Crowley, el conductor de la furgoneta,
parecía estar herido peor que Bella, y la atención a él mientras ella esperada
su turno para que le tomaran radiografías. Carlisle se mantuvo en el fondo,
confiando en el diagnóstico de los exámenes, que la chica solo estaba levemente
lastimada. Esto me puso ansioso, pero sabía que él tenía razón. Un sola mirada
a su rostro y ella estaría inmediatamente recordándome, en el hecho de que
había algo raro conmigo y mi familia, y eso podía hacerla hablar.
Ella ciertamente tenía suficientes compañeros para
conversar. Tyler estaba consumido por la culpa, ya que casi la había matado, y
no parecía que iba a callarse. Podía ver su expresión a través de los ojos de
Tyler, y estaba claro que ella deseaba que el se callara.
¿Cómo el no podía ver eso?
Hubo un momento muy tenso para mí cuando Tyler le
preguntó cómo había salido fuera del camino.
Esperé, sin respirar, mientras ella vacilaba.
- Pues... - La oyó decir. Entonces hizo una pausa
tan larga que Tyler pensó si la había confundido con su pregunta. Finalmente,
continuó. - Edward me empujó para apartarme de la trayectoria de la furgoneta.-
Exhalé. Y entonces mi respiración se agitó. Nunca
antes la había escuchado decir mi nombre. Me gustó como sonó---incluso
escuchándolo a través de los pensamientos de Tyler.
Quería escucharlo por mí mismo...
- Edward Cullen,- ella dijo, cuando Tyler parecía confuso
respecto a lo que ella se refería. Me encontré a mi mismo en la puerta, con mi
mano en la perilla. El deseo de verla se estaba haciendo cada vez más fuerte.
Me tenía que auto recordar la necesidad de precaución.
- Estaba a mi lado.-
- ¿Cullen? Huh. Eso es raro. - No lo vi... Podría
jurar... - ¡Vaya, todo ocurrió muy deprisa! ¿Está bien?-
- Supongo que sí. Anda por aquí cerca, pero a él no
le obligaron a utilizar una camilla.-
Ví la pensativa mirada en su rostro, la sospecha
ajustándose en sus ojos, pero estos pequeños cambios en su expresión no eran
perceptibles para Tyler.
Es bonita, él estaba pensando, casi con
sorpresa. Incluso toda desarreglada. No es de mi gusto común, aún
así... Debería invitarla a salir. Arreglar lo de hoy...
Yo estaba en el pasillo, a mitad de camino de la
sala de emergencias, sin pensar por un segundo en lo que estaba haciendo. Por
suerte, la enfermera entró en la habitación antes de que yo pudiera---era el
turno de Bella para los rayos X. Me apoyé contra la pared en un oscuro rincón
justo a la vuelta de la esquina, y traté de mantener la compostura mientras
ella se alejaba rodando en la silla de ruedas.
No importaba que Tyler pensara que era bonita.
Cualquiera podía notar eso. No había ninguna razón para que me sintiera...¿cómo
me sentía? ¿Molesto? ¿O era rabia lo que se acercaba a la verdad?
Esto no tenía sentido para nada.Me quedé donde estaba por el mayor tiempo que
pude, pero la impaciencia me ganó y tomé un camino que iba por detrás de la
sala de radiología. Ya la habían trasladado de nuevo a la sala de emergencias,
pero podía echar una mirada a sus radiografías mientras la enfermera estaba de
espaldas.
Me sentí más calmado cuando los ví. Su cabeza
estaba bien. No la había herido, norealmente.
Carlisle me atrapó allí.
Te ves mejor, comentó.
Miré directo al frente. No estábamos solos, los
pasillos estaban llenos de camilleros y visitas.
Ah, sí. Pegó las radiografías a la pizarra
iluminada, pero no necesitaba una segunda mirada. Ya veo. Ella está
absolutamente bien. Bien hecho, Edward.
El sonido de la aprobación de mi padre crearon una
mezcla de reacciones en mí. Me hubiera puesto contento, excepto porque sabía
que él no aprobaría lo que estaba a punto de hacer ahora. Al menos, no lo
aprobaría si conociera mis reales motivaciones...
- Creo que iré a hablar con ella---antes de que te
vea.- Murmuré bajo mi respiración.
- Actúa natural, como si nada hubiera pasado.
Suaviza las cosas. - Todas eran razones aceptables.
Carlisle cabeceó ausentemente, aún mirando las
radiografías. - Buena idea. Hmm. -
Miré para ver qué había aumentado su interés.
¡Mira todas esas contusiones curadas! ¿Cuántas
veces la habrá dejado caer su madre?
Carlisle rió pasa sí mismo por su broma.
- Estoy comenzando a pensar que la chica solo tiene
realmente mala suerte. Siempre
en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
-
Forks es ciertamente el lugar equivocado para ella,
contigo aquí.
Me estremecí.
Vamos, vé. Suaviza las cosas un poco. Yo te
acompañaré en un momento.
Caminé rápidamente, sintiéndome culpable. Quizá era
muy buen mentiroso, si podía engañar a Carlisle.
Cuando llegué a la sala de emergencias, Tyler
estaba murmurando bajo su aliento, aún disculpándose. La chica estaba tratando
de escapar a su remordimiento pretendiendo dormir.
Sus ojos estaban cerrados, pero su respiración no
estaba acompasada, y de vez en cuando tamborileaba sus dedos impacientemente.
Miré su rostro por un largo momento. Esta sería la
última vez que la vería. Este hecho accionó un agudo dolor en mi pecho. ¿Era
porque no quería irme dejando un rompecabezas sin resolver? Eso no parecía una
explicación muy convincente.
Finalmente, respiré profundo y entré.
Cuando Tyler me vió, comenzó a hablar, pero puse un
dedo en mis labios.
- ¿Estará durmiendo? - Murmuré.
Los ojos de Bella se abrieron y se enfocaron en mi
rostro. Se abrieron de par en par por un momento, y entonces se achicaron de
cólera y sospecha. Recordé que tenía que interpretar un papel, así que le
sonreí como si nada inusual hubiera ocurrido esta mañana---aparte de un golpe a
su cabeza y un poquito de imaginación.
- Oye, Edward, - dijo Tyler. - lo siento mucho... -
Levanté una mano para detener su disculpa, - No hay
culpa sin sangre. – Dije irónicamente. Sin pensar, también sonreí abiertamente
a mi broma privada.
Fue asombrosamente fácil ignorar a Tyler, acostado
a no más de un metro y medio de mí, cubierto en sangre fresca. Nunca comprendí
cómo Carlisle podía hacer esto---ignorar la sangre de sus pacientes para poder
tratarlos. ¿Acaso la constante tentación no lo distraía, no era peligroso...?
Pero, ahora...podía ver cómo, si te enfocabas en algo mucho más fuerte,
la tentación no significaba nada.
Incluso fresca y expuesta, la sangre de Tyler no
era nada comparada con la de Bella.
Mantuve mi distancia de ella, sentándome a los pies
de la camilla de Tyler.
- ¿Bueno, cuál es el diagnóstico?- le pregunté.
Su labio inferior sobresalió un poco. - No me pasa
nada, pero no me dejan marcharme.
¿Por qué no te han atado a una camilla como a
nosotros?.-
Su impaciencia me hizo sonreír de nuevo. Podía oír
a Carlisle en el pasillo.
- Tengo enchufe – dije ligeramente. - Pero no te
preocupes, voy a liberarte.-
Observé su reacción cuidadosamente mientras mi
padre entraba en la habitación. Sus ojos se abrieron un poco más y su boca de
verdad se abrió completamente en sorpresa. Gruñí internamente. Sí, ella
ciertamente había notado el parecido.
- Bueno, señorita Swan, ¿cómo se encuentra? -
preguntó Carlisle. Tenía una grandiosa habilidad para tranquilizar a sus
pacientes. No podría decir cómo afectó esto a Bella.
- Estoy bien.- ella dijo tranquilamente.
Carlisle puso sus radiografías en la pizarra
iluminada al lado de la cama. – Las radiografías son buenas. ¿Le duele la
cabeza? Edward me ha dicho que se dió un golpe bastante fuerte.-
Ella suspiró, y luego dijo, - Estoy bien.- de
nuevo, pero esta vez con impaciencia.
Entonces miró en mi dirección.
Carlisle se acercó a ella y recorrió gentilmente
sus dedos sobre cuero cabelludo hasta
que encontró el golpe bajo su cabello.
Me atacó una ola de emociones que me encontraron
con la guardia baja.
Había visto a Carlisle trabajar con humanos cientos
de veces. Años atrás, yo lo había asistido informalmente---sólo en situaciones
dónde la sangre no estuviera implicada. Así que no era cosa nueva para mi,
mirarlo interactuar con la chica como si él mismo fuera humano como ella.
Muchas veces había envidiado su control, pero eso no era lo mismo que sentía en
este momento. Envidiaba mucho más que su control. Sufría por la diferencia
entre Carlisle y yo---que él pudiera tocarla tan gentilmente, sin miedo,
sabiendo que él nunca le haría daño...
Ella hizo una mueca de dolor, y yo me revolví en mi
asiento. Tenía que concentrarme por un momento para mantener mi postura
relajada.
- ¿Le duele?.- le preguntó Carlisle.
Su barbilla se movió una fracción. - No mucho.-
dijo ella.
Otra pequeña pieza de su personalidad cayó en su
lugar: era valiente. No le gustaba demostrar debilidad.
Posiblemente la más vulnerable criatura que había
visto jamás, y ella no quería parecer débil. Una risita se escapó entre mis
labios.
Me lanzó una mirada fulminante.
- De acuerdo – dijo Carlisle. - Su padre se
encuentra en la sala de espera. Se puede ir a casa con él, pero debe regresar
rápidamente si siente mareos o algún trastorno de visión.-
¿Su padre estaba aquí? Pasé a través de los
pensamientos de la multitud de la sala de espera, pero no podía encontrar su
sutil voz mental fuera del grupo antes de que ella hablara de nuevo, con su
rostro ansioso.
- ¿No puedo ir a la escuela?.-
- Hoy debería tomarse las cosas con calma.- sugirió
Carlisle.
Sus ojos volvieron a fijarse en mí. ¿Puede él ir
a la escuela?.-
Actúa normal, suaviza las cosas...ignora lo que se
siente cuando ella me mira a los ojos...
- Alguien debe darles la buena nueva de que hemos
sobrevivido.- le dije.
- En realidad,- Carlisle corrigió, - parece que la
mayoría de los estudiantes están en la sala de esperas.
Esta vez anticipé su reacción---su aversión por la
atención. No se decepcionó.
- ¡Oh, no!.- gimió, y se cubrió el rostro con las
manos.
Me gustó haber adivinado bien esta vez. Estaba
comenzando a entenderla...
- ¿Quiere quedarse aquí? - preguntó Carlisle.
- ¡No, no!.- dijo rápidamente, al tiempo en que
sacaba sus piernas por el borde de la camilla y se levantaba con prisa poniendo
sus pies en el piso. Se tambaleó hacia adelante, a los brazos de Carlisle. Él
la atrapó y la estabilizó.
De nuevo, la envidia recorrió mi cuerpo.
- Me encuentro bien.- dijo ella antes de que
Carlisle pudiera decir algo, y sus mejillas se sonrojaron con un hermoso rosado.
Por supuesto, eso no molestaría a Carlisle. Se
aseguró que estuviera estable, y luego la soltó.
- Tome unas pastillas de Tylenol contra el dolor.-
el sugirió.
- No me duele mucho.-
Carlisle sonrió mientras firmaba sus papeles. -
Parece que ha tenido muchísima suerte.-
Ella se volteó lentamente, para lanzarme una
fulminante mirada.- La suerte fue que Edward estuviera a mi lado.-
- Ah, sí, bueno – Carlisle agregó rápidamente,
escuchando lo mismo que escuché yo en su voz. Ella no creía que su sospecha fuera
producto de su imaginación. No todavía.
Toda tuya, pensó Carlisle. Maneja esto como
creas que es mejor.
- Muchas gracias.- susurré, quieto y tranquilo.
Ningún humano podría oírme. Los labios de Carlisle formaron una pequeña sonrisa
al entender mi sarcasmo, mientras se volvía hacia Tyler. - Lamento decirle que usted
se va a tener que quedar con nosotros un poquito más.-dijo, mientras
comenzaba a examinarlo.
Bueno, yo causé esto, así que era justo que yo
tuviera que arreglarlo.
Bella caminó deliberadamente hacia mí, sin
detenerse hasta que estuviera incómodamente cerca. Recordé cómo había deseado,
antes de todo el desastre, que ella se acercara a mi... Esto era como una burla
a ese deseo.
- ¿Puedo hablar contigo un momento? - me silbó en
un susurró.
Su cálido aliento rasguñó mi rostro y tuve que
retroceder un paso. Su petición no había disminuido ni un poco. Cada vez que
ella estaba cerca de mí, gatillaba todos mis peores, urgentes instintos. El
veneno llenó mi boca y mi cuerpo anhelaba atacar---de tomarla entre mis brazos
y romper su garganta con mis dientes.
Mi mente era más fuerte que mi cuerpo, pero sólo un
poco.
- Tu padre te espera.- le recordé, con la mandíbula
tensa.
Ella miró hacia Carlisle y Tyler. Tyler no nos
prestaba atención, pero Carlisle estaba monitoreando cada respiro.
Con cuidado, Edward.
- Quiero hablar contigo a solas, si no te importa.-
me insistió en una baja voz.
Quería decirle que no me importaba en lo absoluto,
pero sabía que tendría que hacer esto. Mejor sería que empezara de una vez.
Estaba lleno de tantas emociones conflictivas
mientras salía de la habitación, escuchando sus pasos detrás de mi, tratando de
ir a mi ritmo.
Tenía un show que presentar. Sabía que el papel que
representaría---tenía el personaje más bajo: sería el villano. Mentiría, y
ridiculizaría y sería muy cruel.
Fuí en contra de todos mis mejores impulsos---los
impulsos humanos a los que me aferré todos estos años. Nunca quise merecer
confianza más que en este momento, cuando debía destruir toda posibilidad de
merecerla.
Todo era peor al saber que este sería el último
recuerdo que ella tendría de mi. Esta era mi escena de despedida.
Me volví hacia ella.
- ¿Qué quieres? - pregunté molesto.
Se encogió y retrocedió a mi hostilidad. Sus ojos
se tornaron desconcertados, la expresión que me había hechizado...
- Me debes una explicación.- me dijo en una pequeña
voz; su cara de marfil palideció.
Era muy difícil mantener mi voz áspera. - Te salve
la vida. No te debo nada.-
Ella parpadeó---quemaba como ácido el ver cómo la
herían mis palabras.
- Me lo prometiste.- susurró.
- Bella, te diste un fuerte golpe en la cabeza, no
sabes de qué hablas.-
Su barbilla se tensó. - No me pasaba nada en la
cabeza.-
Estaba enojada de nuevo, y eso lo hizo todo más
fácil. Le respondí su mirada, poniendo mi rostro menos amigable.
- ¿Qué quieres de mi, Bella? -
- Quiero saber la verdad. Quiero saber por qué
miento por ti.
Lo que ella quería era absolutamente justo---me
frustraba tener que negárselo.
- ¿Qué crees que pasó?.- Casi le gruñí.
Sus palabras salieron torrencialmente. - Todo lo
que sé es que no estabas cerca de mi, en absoluto, y Tyler tampoco te vió, de
modo que no me vengas con eso de que me he dado un golpe muy fuerte en la
cabeza. La furgoneta iba a matarnos, pero no lo hizo. Tus manos dejaron
abolladuras tanto en la carrocería de la furgoneta como en el coche marrón,
pero haz salido ileso. Y luego la sujetaste cuando me iba a aplastar las
piernas... -
De pronto, juntó sus dientes y de sus ojos
comenzaron a aparecer unas indeseadas lágrimas.
La miré, con una expresión burlona, pues todo lo
que sentía era en realidad temor; ella lo había visto todo.
- ¿Crees que aparté a pulso una furgoneta?.- le
pregunté sarcásticamente.
Me respondió con un cabeceo hacia adelante.
Mi voz se hizo más burlona. - Nadie te va a creer,
ya lo sabes.-
Ella se esforzó para controlar su rabia. Cuando me
respondió, habló cada palabra con deliberada lentitud. - No se lo voy a decir a
nadie.-
Era verdad---podía ver eso en sus ojos. Incluso
furiosa y traicionada, ella guardaría mi secreto.
¿Por qué?
El shock que me causó su respuesta me arruinó mi
cuidadosamente designada expresión por medio segundo, y luego me recompuse.
- Entonces, ¿qué importa?.- pregunté, tratando de
mantener mi voz severa.
- Me importa a mí.- me dijo intensamente. - No me
gusta mentir, por eso quiero tener un buen motivo para hacerlo.-
Me estaba pidiendo que confiara en ella. Igual que
yo quería que ella confiara en mí.
Pero esta era una línea que yo no podía cruzar.
Mi voz se mantuvo cruel. - ¿Es que no me lo puedes
agradecer y punto? -
- Gracias.- me dijo casi echando humo, esperando.
- No vas a dejarlo correr, ¿verdad?.-
- No.-
- En tal caso...- No podía decirle la verdad aunque
quisiera...y no quería. Prefería que ella se armara su propia historia a
que supiera lo que soy, porque nada podía ser peor que la verdad---yo era una
pesadilla viviente, sacado de las páginas de una novela de terror. – espero que
disfrutes de la decepción.-
Nos miramos mutuamente con el ceño fruncido. Era
incómodo lo atractivo que resultaba ser su enojo. Como un gatito furioso, suave
y desprotegido, y tan inconsciente de su vulnerabilidad.
Se ruborizó y juntó sus dientes de nuevo. - ¿Por
qué te molestaste en salvarme? -
Su pregunta no era algo que estuviera esperando,
preparado para responder. Perdí el hilo en el papel que estaba representando.
Sentí cómo la máscara se caía de mi rostro, y le dije---esta vez---la verdad.
- No lo sé.-
Memoricé su rostro una vez más---aún estaba
enojada, la sangre aún no se había desvanecido de sus
mejillas---y entonces me di vuelta y me alejé de ella.
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